martes, 28 de septiembre de 2010

Revolución ambiental femenina

Amparo Cruz Peña y Olga Patricia Silva de la CAR
Ha sido gratificante el camino recorrido por la CAR, en la búsqueda de jóvenes que en el territorio de la Corporación desarrollan actividades a favor del medio ambiente, sin otro interés que mantener su hogar limpio y saludable, respetando la vida y celebrando el nudo indisoluble que debe existir entre hombre y naturaleza.
En los colegios se adelantan acciones importantes, en las comunidades, igualmente. Siendo las mujeres las primeras en levantar la mano para poner de moda al medio ambiente. Como lo hicieron en el 57 cuando ganaron el derecho al voto, o en el 60 cuando la píldora anticonceptiva dio a luz, para de ahí en adelante tomar la palabra y escalonar en la igualdad derechos frente a sus pares masculinos, en aspectos culturales, políticos y sexuales. Las mujeres emprenden revoluciones duraderas, transformadoras de la sociedad. Ahora están siendo adalides de otra gran revolución: la revolución ambiental.
Quizás por ese instinto maternal de apego a lo propio, desarrollan fidelidades de todo orden: con la limpieza, la belleza y la tranquilidad. Ellas aman, reflejan el amor de mil formas, se ponen a la moda y son seguidoras de la moda, aprecian la belleza con mayor facilidad. Desde las riberas del Magdalena, hasta las apacibles cúspides del altiplano cundiboyasence, son notorias ambientalistas. No digo que los hombres sean apáticos, existen algunos más comprometidos que ellas, con ejercicios importantes y premiados, pero a la hora de sumar por sexos, las damas obtienen el primer lugar.
Son ellas las que enseñan a cuidar el último humedal del Alto Magdalena; las que desde la patria chica de Policarpa Salavarrieta proponen que el medio ambiente sea materia obligatoria en las escuelas; son mujeres las que en la provincia de Chiquinquirá propician el servicio social ambiental, y son ellas las que desde Chía se atreven a defender con fortaleza en los escenarios juveniles que el medio ambiente debe formar parte de cualquier política; es una mujer la que abandonó las comodidades de la ciudad para entregarse a la defensa de los cerros de la provincia de Ubaté. Ella y muchas otras, nos dan ejemplo y dejan huella en la tarea de cuidar el planeta, que es nuestro hogar. Y detrás de ellas, en la institucionalidad que representa la CAR, dos mujeres lideran el proyecto juvenil ambiental, la Subdirectora de Gestión Social Amparo Cruz Peña y la Coordinadora de Educación Ambiental y Proyectos Participativos Olga Patricia Silva. Son las guías de la revolución ambiental femenina.

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